Lo que nuestro país enfrenta es un flujo ilegal y desmesurado de personas vulnerables (y entre ellos delincuentes), quienes son usados por ciertos sectores políticos para avanzar sus agendas de desestabilización de nuestras instituciones. Lo anterior se traduce en inseguridad en los poblados y ciudades, en espacios públicos tomados e insalubres, en demandas que el país no puede resolver, por ende, en un flagelo para toda la población local. Lo anterior sugiere que la solución del problema radica en el gobierno y políticos impúdicos y no en el castigo a los migrantes.
En
el contexto de un Estado incapaz de gobernar y proyectar al futuro, y de
políticos inmorales que no trepidan en usar a los más desafortunados, el
déficit habitacional sigue creciendo, con listas de espera que desplazan a
aquellos que han esperados ya por décadas para la obtención de sus subsidios.
Ante esta realidad, resulta inútil e irresponsable que el estado proponga
solucionar un problema humano y político con la precipitada construcción de
viviendas, tal como sucede hoy.
Urge
entonces el liderazgo de un gobierno responsable, que instituya una política
poblacional para responder a las necesidades del país en el corto, mediano y
largo plazo, las que orienten los programas de salud, educación, empleo y
vivienda. Es esto es lo que el Sr. Poduje traduce como “mano dura migratoria”,
lo que no es más que un Estado que cumple con su responsabilidad de conducir el
destino del país, velando por el bienestar de la población, apoyado en el
Estado de Derecho y sus instituciones democráticas.