1.7.20

Protagonismo individualista que amenaza un estallido antisocial 2.0

Nota originalmente publicada en El Libero (30.06.2020)
Desde niña me enseñaron a cuidar lo del otro tal como si fuera mío. Para asegurarme, lo cuidaba aún más. El otro, sus esfuerzos y pertenenciasrepresentado en el vecino, el amigo, o el colegio, merecían respeto. Así se hacía realidad que mi persona no era el centro del universo.
En conversaciones sobre el futuro de nuestras ciudades post pandemia y bajo amenazas de un estallido [anti] social 2.0, expertos nos dicen que parte del problema de violencia en los jóvenes —más evidente en sectores sociales y urbanos vulnerables— es su rechazo a una sociedad individualista. Así se entendería su ‘rabia’, la que a menudo se expresa en la destrucción de lo que no conciben como propio. En respuesta a esta sociedad individualista los jóvenes exigen ser escuchados y tener mayor participación en las decisiones.
Casa patrimonial en Av. Vicuña Mackenna 44, construida en 1915 y perteneciente a la Universidad Pedro de Valdivia, fue incendiada y destruida el 8 de noviembre 2019.


En un reciente seminario se citó como ejemplo la plaza de la población, afirmando que ésta sería cuidada por los jóvenes si ellos participaran de su diseño. ¿Significa esto que de no ser partícipes justificarán su destrucción, tal como ha sucedido con el espacio público de nuestras ciudades desde el 18-O?
En esta nueva lógica, en la cual acomodamos nuestros valores para excusar la contingencia ¿existirá la posibilidad de promover el respeto por lo ajeno? Esos lugares que, sin ser de uno, son de todos: la plaza, el paradero de buses, el Metro, en suma, lo colectivo.
Los síntomas sugieren que los adultos hemos optado por lo fácil, por sumarnos a las quejas de los jóvenes sin profundizar en sus motivos o en las opciones para resolverlas. Para muchos es más cómodo eludir responsabilidades que educar, evitando así la furia desatada de los dueños de la verdad.
¿Podremos enseñar a los jóvenes a expresar su disgusto al individualismo sin optar por un protagonismo individualista, el que usualmente resulta en intimidación y violencia? ¿Podremos volver a reconocer el valor de lo colectivo en el otro? Eso espero, para así salvar lo construido por todos.

Beatriz Maturana



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