2.4.15

Comentario en respuesta a la valoración del patrimonio en Cuba. Y me pregunto ¿cómo andamos por casa?

Estimada Vivian,

Como es habitual, hoy escuché tu reportaje sobre “Varadero como Zona de ValorHistórico Cultural por parte de la Comisión Nacional de Monumentos de Cuba.” También de como en Chile, no se demuestra ese mismo grado de valorización hacia el patrimonio y donde se destruyen no solo edificios, sino el valor que estos, en su conjunto, entregan a la ciudad—su cultura—.

Casona de Vicuña MacKenna 20, comuna de Providencia, perteneciente a la Universidad de Chile.

Como arquitecta y urbanista, académica de la FAU, considero una doble falta cuando es esta Universidad la que comete tal agresión. Me refiero al caso puntual del edificio de Vicuña MacKenna 20, obra del arquitecto francés Eugenio Joannon Crozier (1860-1938), que albergó a la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile y que según consta en la nota escrita por miembros de dicha facultad, no es sólo “parte del patrimonio arquitectónico, cultural, histórico y científico de la Universidad y de la sociedad chilena, sino que es parte de nuestra propia historia de vida y de formación,”— apreciación   que es también compartida por actores claves tales como, la presidenta del Comité  de Patrimonio del Colegio de Arquitectos, el presidente del Colegio de Arquitectos de Chile, el Instituto de Historia Patrimonio de esta Universidad, la alcaldesa de Providencia, y la decana de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, de la U. de Chile, entre muchos otros. La inminente destrucción de la casona de Vicuña MacKenna 20, será fuente de futuras recriminaciones y vergüenza para la Universidad.

Además, es lamentable que hoy en día la discusión se centre alrededor de bandos, en los que se cuentan los que quieren salvar este patrimonio, la casona, (entre los que me encuentro yo) y aquellos que insisten en la necesidad de demolerlo para así poder acomodar los espacios por los que han esperado largo tiempo. En esta última postura existe un error grave y desafortunado: la satisfacción de la necesidad innegable y compartida por muchos, de acomodar los espacios para las funciones citadas por la INAP, CEAC y IEI, puede ser satisfecha de muchas formas y no debería estar directamente ligada a la destrucción del edificio de V. MacKenna 20.

Estos nuevos espacios que tanto la INAP, CEAC y IEI requieren, representan deudas de esta Universidad hacia sus académicos—todos—y es una falta grave que se fomente el argumento de que la destrucción de la casona es el único medio de satisfacer dichas necesidades. Argumento que además de simplista, promueve una discordia innecesaria y desvía la discusión de sus verdaderas raíces.
La discusión (necesaria por lo demás), debería centrarse en la valorización y modernización tanto de su institución como de su infraestructura. Esto necesita hacerse con altura de miras, en las que se conjuguen y demuestren nuestros valores (no sólo exigir de los gobiernos y la nación, sino de nosotros mismos) —la ética (no manipulación), la transparencia y el diálogo (no la promoción de la intriga y la discordia), la valorización de la cultura y el patrimonio (estatuto estatuto No. 3 de esta Universidad) y la valorización de nuestras labores a través de generar espacios apropiados para estas. No puede haber contradicción en la implementación de ninguno de estos y es la Universidad la que en forma inteligente, responsable y respetuosa debe velar por que estas se lleven a cabo. La destrucción de la casona de V. Mackenna 20 representa lo opuesto.

A modo de precedente comparto que: existe un límite máximo de metros cuadrados y de funciones (o programa) que un espacio urbano puede entregar (tenga este valor cultural y/o patrimonial, o no) —. Estos límites estaban bien establecidos en el programa del concurso al que llamó el Colegio de Arquitectos. En las bases del concurso se estipulaba que el antiguo edificio de V. MacKenna 20 debería permanecer y ser integrado a la propuesta—edificio al que se le reconoció valor entonces y que tiene el mismo valor hoy—.

El concurso convocado por el Colegio de Arquitectos tuvo una propuesta ganadora, la que cumplía con el programa y las bases establecidas y las que luego fueron alteradas por la Universidad, con el fin de sacar máximo provecho de este espacio—casona que es además parte de un tema urbano que caracteriza a las primeras cuadras de V. MacKenna—.

La destrucción de la casona que propone la Universidad se realizaría a expensas del patrimonio, de nuestra reputación como Universidad y de la seriedad y reputación de los académicos que trabajamos por la protección de nuestro patrimonio, tanto tangible como intangible, reconocido como tal, o no.
Ejemplos de cómo incorporar el patrimonio en propuestas arquitectónicas hay muchos, tanto nacionales como internacionales, muchos también en Santiago. Además contamos con académicos de excelencia, los que con conocimiento de causa pueden informar sobre alternativas a la destrucción. 





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