Nos dicen que las marchas son pacíficas, marchas que han resultado en el saqueo, la destrucción del Metro y ahora la destrucción de todo lo que representa el esfuerzo de trabajadores, esos de los restaurantes, de los hoteles, de las ferias y supermercados, de los policlínicos, edificios de oficinas y patrimoniales.
Aquí les muestro algunos de los mensajes que tapizan las calles de Santiago y que inocentemente esparcen jóvenes (muchos de ellos “privilegiados”), quienes aún no saben que, si el mensaje que portan se hace realidad, la violencia se les volverá en contra y en contra de toda la sociedad, tal como ya comenzamos a ver.