Publicado en El Mostrador, 3 de junio, 2017
Señor Director:
La ciudad en crisis a la que se refiere Eduardo Bresciani, con guetos verticales y segregación social, son en gran parte el resultado de programas habitacionales estancados en nociones de clase del siglo pasado. Después de casi 4 años desde su aprobación, la idea de ciudad, tal como definida por la Política Nacional de Desarrollo Urbano: Ciudades Sustentables y Calidad de Vida (PNDU), no ha logrado permear las políticas habitacionales y sus programas. La PNDU enfatiza la sustentabilidad de las ciudades y la calidad de vida de las personas, aspiraciones que se contradicen en los programas habitacionales, concebidos como mono-funcionales (dormitorios), periféricos en su ubicación y que en su esencia promueven la segregación socio-espacial de sus habitantes.
Los instrumentos y conceptos utilizados por los programas habitacionales no están a la altura de las aspiraciones señaladas en el PNDU. Por ejemplo, el presuntuoso uso del término condominio social revela la falta de profundidad con la que se aborda el rol del estado en tema de la vivienda—donde se emula una práctica intrínsecamente discriminadora y urbanísticamente nociva—. Desde su concepción, la vivienda “social” acarrea y consolida un prejuicio: es para los que tienen problemas, los vulnerables, los otros. La vivienda social estigmatiza a las personas que viven en ellas, con su estética, ubicación y específico grupo social. En suma, no da una respuesta adecuada para enfrentar el desarrollo de las ciudades chilenas del siglo XXI.
En países desarrollados no se hace distinción entre la vivienda social y la que no lo es. Se entiende que todos podemos necesitar apoyo en un momento u otro—los jóvenes que estudian, las familias después de una separación, los ancianos, inmigrantes, los que temporalmente perdieron sus trabajos—. El apoyo del estado a los ciudadanos que lo necesitan, como cualquier buena obra, debe ser anónima (en todo sentido), dignificar a la persona, sin distinciones, sin etiquetas, ser inclusivo e integrativo, brindando lo mejor que nuestra sociedad pueda entregar. Sólo así haremos realidad las ciudades sustentables (económica, medioambiental y socialmente) y con ello la calidad de vida de todos.
La calidad de las ciudades es importante y valoraría agendas presidenciales responsables y actualizadas en este respecto.
Saludos cordiales,
Beatriz Maturana Cossio
Directora Académica y de Relaciones Internacionales
Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile