Inaugural speech for the launch of the book: "Spatiality of the child who doesn´t see" (Dic.20, 2012).
En el nombre de Mónica Díaz Vera y Constanza Mena Maino, autoras del libro “Espacialidad del niño que no ve”, y en mi nombre (Beatriz), les doy las gracias a todos por estar aquí. Para mí fue una sorpresa y es un verdadero honor haber sido invitada a lanzar este profundo, sutil e importante libro y que además cuenta con un prólogo especialmente escrito por Juhani Pallasmaa.
A través de la investigación realizada por las autoras y a través de los estudios a los que ellas se refieren—desde la perspectiva del aprendizaje espacial de los niños que no ven—este libro nos educa, nos sensibiliza y nos hace receptivos a una percepción distinta de lo cotidiano. De la misma forma en que un niño ciego enfrenta el mundo—como bien explican sus autoras, desde el detalle (o de lo particular) a lo general—este libro nos asiste a entender que quizás el cambio que necesitamos hacer para acoger diversidad, no es tan dificultoso, es más que nada un cambio de visión (me gusta la intencionalidad con que Mónica y Constanza han usado este término) y de voluntad.
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Invitación al lanzamiento del libro, Dic. 20, 2012.
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El libro nos plantea una pregunta crucial, una pregunta inteligente porque nos remece el piso y nos hace replantear la ubicación del problema, nos dice: “Entonces- ¿quién es realmente el discapacitado? ¿El niño que no ve? o ¿La ciudad incapacitada para acogerlo y congregar sus espacios o personas con aptitudes físicas, psicológicas, emocionales y sensoriales distintas?” ¿Quién?
Para comprender la dimensión de la pregunta, es fundamental apreciar que todos, en un momento u otro, hemos sido, somos o seremos discapacitados. Todos comenzamos nuestras vidas en 4 patas, la mayoría nos hemos quebrado un brazo o una pierna, muchas hemos estado embarazadas y casi todos terminaremos con poca o nula visibilidad, sordera, cojeras en sillas de ruedas o con otras dificultades.
Y aquí aprovecho de pasar una mirada crítica por casa, desde nuestro (o nuestros) campus universitario desde el cual aprendemos arquitectura y a hacer ciudad. Un campus universitario que no posee ascensores, donde las rampas no cumplen con los estándares mínimos, de pavimentos quebrados. ¿Cómo sería si pudiéramos—en las facultades de arquitectura y urbanismo—invitar y acoger a aquellos que desde su experiencia con la discapacidad pudieran concebir (como arquitectos, urbanistas y geógrafos) una ciudad más justa, más enriquecedora y respetuosa de las diferencias? ¿Cómo podría cambiar y enriquecerse la arquitectura y la ciudad?
Yo fui invitada a lanzar este libro, después de una breve conversación con Mónica, una conversación linda, en la cual las dos, desde la perspectiva de nuestras muy distintas experiencias profesionales, educacionales y generacionales, encontramos muchos intereses compartidos.
Conversamos de su libro y su trabajo, y del trabajo voluntario, optimista y esforzado de muchos que como ella, creen y trabajan por un mundo mejor. Entonces también conversamos de Architects for Peace (que nace como respuesta a una guerra insana en el 2003). Una organización profesional, que digo con orgullo que ya no es mía, si no de 9,000 colegas y estudiantes que también creen en hacer un mundo mejor. Entonces conversamos de la idea de la paz, no como un objetivo estático y alcanzable, sino como un horizonte que se construye constantemente y que conlleva valores como la libertad, la equidad y la justicia, los valores que este libro promueve. Para quienes trabajamos en el espacio urbano, arquitectónico y social, estos valores se transforman en espacios y lugares tangibles, que facilitan o impiden nuestras actividades, pero lo más importante, que siempre pueden ser transformados y mejorados. Es aquí donde sabemos que desde nuestras queridas disciplinas, estamos trabajando en la misma dirección y desde allí este libro nos inspira a mirar más allá de lo que creemos conocer, a ‘viajar’ y profundizar en la experiencia de ese espacio que compartimos pero que no percibimos de la misma forma que lo hace el niño que no ve.
La paz no es algo que alguien pueda construir sólo. Se construye con gestos colectivos, grandes o pequeños, pero gestos honestos de querer compartir y contribuir a un mundo mejor. Es aquí donde las autoras de este libro, Mónica y Constanza y Architects for Peace encontramos un espacio común, no sólo de dialogo sino también de acción, donde—como señalado por ellas—podemos “generar arquitecturas acogedoras y respetuosas de quienes las habitan”. Para lograr esto hay mucho por hacer, pero me llena de optimismo encontrar en este país y en la facultad de arquitectura de la Chile, jóvenes profesionales que como Mónica y Constanza, lideran y nos ayudan a abrir nuestra visión hacia otras formas de hacer las cosas, a mejorar. Espero entonces que en el futuro, la “Espacialidad del niño que no ve” y la de todos nosotros, sea más justa, equitativa y enriquecedora.
Felicitaciones a Mónica y Constanza y me gustaría ahora invitarlos a conversar, leer el libro y a un vinitos (en cualquier orden).
Escribe: Beatriz Maturana
El libro puede ser adquirido
aquí.